“En una ocasión decidí aprender astrología. Pundit Ram Lal era el mejor en astrología en ese tie”mpo. Así que fui y le pedi que me enseñara. Dijo, “claro, pero tienes que traerme un pudín de zanahoria todas las mañanas cuando vayas al Templo Dorado”. Así que le traje un platillo de comida de zanahoria todas las mañanas y me sentaba ahí, pero nunca me decía nada. Durante dos años se comió el pudín de zanahoria y lo repartía a todos. Nunca me dirigía la palabra. Después de dos años, un domingo por la mañana estábamos sentados y trajo cuatro horóscopos. Me ordenó: “¡Oye, interprétalos!” Primero pensé que no era él. Segundo, entendí [lo que tenía que hacer]. Tercero, tomé los horóscopos y empecé a interpretarlos, uno por uno. Él dijo, “Todo está bien. Sabes, ahora estás listo”. Le dije, “Ni siquiera me dijo a la izquierda, ni siquiera me dijo a la derecha, solo se sentó usted ahí y comió pudín de zanahoria y esto es todo y…”. Me dijo, “Ven mañana”. Al siguiente día fui ahí con mi tazón grande de pudín y él llamó a sus estudiantes, les dio los cuatro horóscopos, los mismos horóscopos a cada uno, y les dijo que los interpretaran. Todos reprobaron, todos. Se dirigió a mí y me dijo, “Tú estuviste aquí y no te estaba hablando. Tú escuchaste con mucho cuidado todo lo que sucedía aquí y ahora te has convertido en sabio”. Luego me dijo las palabras de Nanak, Sunni(ae) sidh pir sur nath… y me di cuenta de que esa era su forma de enseñarme. Me dijo, “El aprecio que tuve por ti es que me trajiste el pudín y yo me lo comí”. Ese era favor, esa fue la bendición”.

– Siri Singh Sahib, Yogi Bhajan, 28 de Julio de 1997