Guru Singh Recuerda Una Decisión Que Cambió Su Destino

Qué es eso?” Escuché una gran voz detrás de mi preguntando, mientras lijaba una antigua silla de madera Thonet.

Giré para ver a Yogi Bhajan, mi nuevo maestro, inclinándose sobre mi con la Mirada más inquisitiva.

“Es mi turbante, Señor,” respondí con gran entusiasmo.

Era en realidad un pañuelo que me las arreglé para envolver sufientes veces alrededor de mi cabeza, con el fin de capturar todos los rizos de mi cabello inmanejable en un grupo bien comportado.

“Por qué estás haciendo eso?” continuó preguntando.

“Para ser como tú,” respondí, sorprendiendo incluso a mi mismo. “Quiero lo que tú tienes.”

“Wow!” dijo con una enorme sonrisa, “Para que cubras un ego así, es realmente algo. A ver que trae “.

El estaba en lo correcto. Esto era enorme para mi. como músico profesional, mi montaña de pelo largo rizado era una identidad; era parte de mi imagen personal y professional. Cubrirlo y envolverlo bajo un turbante había sido muy impulsivo, pero también un poco valiente. Después de todo, Warner Bros. Reprise Records me tenían bajo contrato y escuchaba hablar acerca de ser el próximo Dylan/Donovan.

Entonces cómo me convertí en el primer estudiante de Yogi Bhajan en atarse un turbante? Inicialmente lo até para detener el spray de laca y el aserrín de la creación de cemento en mi cabello, y Yogi Bhajan era la razón por la que estaba trabajando en esa silla.

Unas pocas semanas antes, sólo un mes después de comenzar yoga, había ido a la fiesta de cumpleaños de Jules Buccieri, quien era el dueño de la antigua tienda donde 3HO comenzó. Yogi Bhajan necesitaba un lugar para enseñar Kundalini Yoga en Los Angeles en Enero de 1969 – Jules ofreció su tienda. Cuando era la hora de la clase (antes y después de las horas de venta), sacábamos el mobiliario hacia el estacionamiento y hacíamos yoga en las antiguas alfombras Persa.

Esa noche en la fiesta, Yogi Bhajan me preguntó dónde era que trabajaba y orgullosamente le dije que no lo hacía. Era un músico.

“Eso está muy bien,” me dijo, “pero necesitas aprender a trabajar también.”

Miré hacia atrás con incredulidad. Este era el maestro que apareció en mi vida después que pasé nueve meses en la selva Mexicana con un Shamán indígena. Este era el maestro que el Shamán me dijo que iba a conocer. Él me dijo ir y encontrar al “Grandioso” y ahora este “Grandioso” estaba diciéndome que consiguiera un trabajo?

“Si quieres entender las enseñanzas, tendrás que entender a los estudiantes,” sonrió Yogi Bhajan. “La mayoría de los estudiantes no son músicos, trabajan; tienen trabajos.”

Se rió y giro hacia Jules Buccieri. “Contrata a este ‘hombre de música’ ahora mismo,” dijo, y comencé a lijar y pintar antigüedades al siguiente día.

Ese era el inicio de un viaje, ahora treinta y seis años en fabricación; un viaje de creación de un maestro, ministro, esposo y padre, desde un músico, que ahora usa la música para enseñar.

Una vez que descubrí cómo un turbante me hacía sentir, las razones rápidamente cambiaron desde proteger mi cabello a conectar mi cerebro. Descubrí que el turbante que había envuelto y sostenido en mi cabeza, enfocaba y calmaba mi mente. Era una persona diferente con el turbante puesto.

Un largo tiempo ha pasado desde el spray y polvo inicial, el punto extra de foco y calma. Lo que realmente me hizo atar ese turbante fue la fe, confianza y admiración por un maestro. Lo que ha resultado de eso ha sido monumental.

Años después, Yogi Bhajan me dije, “No teníamos idea, cierto Guru Singh, a dónde iba a conducir el atar un turbante?”

“Para nada,” respondí.

Ver este artículo como originalmente apareció en Tiempos Acuarianos en el Verano de 2005 (Vol.4, No.4)